HISTORIA DEL FRUSTRADO INTENTO DE NEGOCIACIÓN DE SALIDA AL MAR PARA BOLIVIA, EN BASE AL PROYECTO DE UN "COMODATO GASÍFERO" EN EL LITORAL NORTINO CHILENO
-Ampliado y actualizado en junio de 2005-

TRAS VARIAS NEGOCIACIONES SECRETAS QUE SE SOSTUVIERON CON BOLIVIA EN LOS SUCESIVOS GOBIERNOS DE LA CONCERTACIÓN, DURANTE 1993, 1996, 1997 Y 2000, VIO LA LUZ UN NUEVO PROYECTO PARA ENTREGAR TERRITORIO CHILENO A BOLIVIA EN LA COSTA NORTINA: EL "COMODATO" LITORAL PARA INSTALACIONES GASÍFERAS EXTRAÍDAS DESDE EL ALTIPLANO, CON EL RÉGIMEN DE OFERTA DE "GAS POR MAR". UN MEDIO DE PRENSA PACEÑO, SIN GUARDARSE NINGUNA RESERVA DE OPTIMISMO, LLEGÓ A PUBLICAR LA NOTICIA COMO "YA SE PUEDE HABLAR DEL MAR BOLIVIANO". MULTITUDINARIAS PROTESTAS BOLIVIANAS SE HARÍAN SENTIR, NO OBSTANTE, COMO REACCIÓN EN CONTRA DE LOS SUPUESTOS "BENEFICIOS" QUE OBTENDRÍA CHILE DE ESTE OSCURO NEGOCIO Y EXIGIÉNDOSE LA NACIONALIZACIÓN DE LOS RECURSOS ENERGÉTICOS. INCAPACES DE CONVENCER A LAS MASAS Y A LOS CAUDILLOS LOCALES, UNA AVALANCHA DE RECHAZO POPULAR SE VOLCÓ CONTRA EL PLAN DE COMERCIALIZACIÓN DE LOS HIDROCARBUROS, HACIENDO CAER AL GOBIERNO DE LA PAZ Y LLEVÁNDOSE DE PASO -AFORTUNADAMENTE- EL PELIGROSO PROYECTO DE UN "COMODATO" BOLIVIANO EN CHILE.

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Prólogo: origen del proyecto de gasoducto boliviano hacia el Pacífico
"Gas por mar": Bolivia proyecta uso estratégico de sus reservas
Informes del Programa de Desarrollo de la ONU: un negocio peligroso
Hace su debut el proyecto de un "comodato" litoral para Bolivia
¿Por qué un "comodato" en Chile? ¿Qué se negociaba realmente?
¿Quiénes fueron los responsables de engendrar este proyecto en Chile?
Fracaso del proyectado "comodato". El "Rest in peace" de una idea peregrina



Prólogo: origen del proyecto del gasoducto boliviano hacia el Pacífico
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Hacia el año 1991, comenzó a cundir en Bolivia la noticia de que importantes yacimientos de gas natural se encontrarían en una región al Este de Tarija. La posibilidad tentó especialmente a la Empresa "Trans-Andean Parterns Inc.", que presentó un proyecto a las autoridades de La Paz para canalizar el gas desde las plantas extractoras, en Villamontes, hasta algún lugar del Pacífico, de preferencia inicial Tocopilla o Antofagasta, incluso Perú, a través de Ilo. La formalización de este proyecto tuvo lugar al año siguiente. La empresa se hacía asesorar por una casa de abogados chilena, hasta donde sabemos, era una conocida consultoría jurídica nacional (según el General Boliviano Humberto Cayoja Riart, sería "Carey y Cía").

El bosquejo del llamado "Trans-Andean Parterns Inc." tuvo gran aceptación entre algunos "reivindicacionistas" regulares de Bolivia, obsesionados con "recuperar" Antofagasta en la soberanía altiplánica, pero no así entre los nacionalistas bolivianos de línea más dura, quienes creyeron ver en este proyecto un gran beneficio para Chile, al punto de que se especuló de un supuesto origen mapochino en la creación del plan subandino de transporte y embarcación del gas.

Pero quienes realmente parecían estar detrás de esto eran la propia Presidencia boliviana y la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Bolivia, YPFB, interesada en poner en marcha la comercialización del tesoro energético encontrado en su suelo e inyectarle fondos al alicaído fisco. Según el plan inicial, un enorme gasoducto sería construido desde Villamontes y Tarija, pasando por Tupiza, atravesando la cordillera por Silala (Ojo: a corta distancia del río Silala, de cuyas aguas Bolivia ha intentando privar a Chile poco después, interesada en el control de la zona y en pago de una "deuda histórica"... ¿Coincidencia?), luego a Calama y desde allí hasta Antofagasta, hasta Tocopilla, o bien a ambos puertos. El gas llegaría a las costas chilenas, para desembocar en una planta de licuefacción, construida junto a la costa y con un puerto de administración paceña, desde donde se despacharía por mar hasta Tijuana (México) y San Francisco (Estados Unidos).

Nacía así el proyecto del gasoducto, a completa espalda de la opinión pública chilena. Las dos empresas que planean su construcción, Repsol-YPF y la British Petroleum, se agruparon en el Consorcio Pacific LNG, integrado también por Pan America Energy, en participaciones repartidas en 37,5% para cada una de las dos primeras y 25% para la última.

Nótese que, al contrario de lo que usualmente se afirma en el nacionalismo altiplánico, el interés de Bolivia por sacar gas a través de territorio chileno y, a su vez, el interés chileno de complacer este propósito, datan de varios años antes al descubrimiento de los últimos grandes yacimientos gasíferos bolivianos, detalle que sería digno de discutir y explayar en otra oportunidad. A pesar de ello, ya podían verse algunos atisbos de lo que sería después la oferta oficial de La Paz a Santiago, de intercambiar "gas por mar".

En el más completo hermetismo, el Gobierno de Patricio Aylwin Azócar había conversado reservadamente algunos puntos de este proyecto con el Gobierno de Bolivia, a través de intermediarios ligados a la empresa. El entreguismo de La Moneda habían visto en este plan una posibilidad de desarrollo notable para el Norte de Chile, tradicionalmente abandonado por la histórica política centralista de nuestro país, además de una oportunidad de abrir vínculos de integración con la vecina república. Era, tal vez, la forma de sacarse de encima uno de los primeros grandes problemas que debió enfrentar la Concertación en su primer gobierno, al estrellarse con la falta de desarrollo y la sequía de planes beneficiarios para el territorio nortino.

Hacia 1993, se calculaban en unos mil millones de dólares los dineros a invertir en el trazado de un gasoducto. El proyecto debía estar funcionando en 1996, según se planificó. Pero varios factores inesperados arrastraron el asunto -para bien y para mal- a un gran atraso, postergándolo de manera casi indefinida. La YPFB era la más interesada en su pronta marcha, pero los "tira y afloja" de ambos lados habrían de extender el asunto por casi diez años más de lo estimado en un inicio.

Coincidentemente, hacia 1998, se produjo una serie de descubrimientos de nuevas reservas de gas en el subsuelo de Tarija, que convirtieron definitivamente a esa región en un tesoro natural, concentrando nada menos que el 87% de las reservas de gas del país. Con ello, Bolivia pasaba a ser el segundo o tercer país del mundo con las mayores reservas de gas natural. Las ambiciones de todos los involucrados crecieron en orden exponencial con estos hallazgos. Papel fundamental en el aceleramiento del proyecto tendría, nuevamente, la Repsol-YPF, empresa petrolífera que en ha sido gravemente cuestionada en otros países, especialmente por sus negocios en claroscuro y su falta de responsabilidad medioambiental.

Lo que ha sucedido desde entonces, no tiene parangón en la historia de ambos países, quizás desde los episodios que culminaron en la Guerra del Pacífico, por sorprendente y alarmista que esta afirmación pueda sonar.
 

SORPRENDENTE DOCUMENTO: Diario "El Mercurio", anticipando en su portada del lunes 5 de abril del año 1993, que Bolivia podría estar negociando con las autoridades chilenas una posible salida al océano a través de gestiones privadas. Hoy sabemos que, producto de este acercamiento entre las Cancillerías, comenzó a gestarse en los años 1993 y 1994 la negociación de una posible salida al mar para Bolivia enganchada a un proyecto mayor destinado a la exportación de gas natural por territorio chileno. A pesar de ello, en la ocasión e 1993 el Canciller Mac Lean declaró con insólita clarividencia: "Por el momento a Bolivia no le satisface el hecho de que su salida al mar sea sólo en el ámbito económico. No es algo que el pueblo boliviano vaya a comprender o aceptar, pero las percepciones cambian con el tiempo" (pág. A11)


"Gas por mar": Bolivia proyecta uso estratégico de sus reservas
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Sólo en tiempos posteriores a los hechos que comentamos (1999 y 2000) se han filtrado datos sobre el tipo de beneficios que el entreguismo del Gobierno chileno esperaba obtener de este proyecto, y no corresponden a mayores plazas de trabajo durante la construcción y funcionamiento de las plantas y las demás instalaciones, como se podría creer: se trata de las facilidades que iba a dar, supuestamente, la salida del gasoducto hasta la costa, creando una forma de proveer energéticamente todos estos sectores a precios relativamente bajos (suponiendo que Bolivia así lo aceptara), además de permitir la alimentación de una planta para desalinización de aguas marinas, con la cual se pretendía solucionar la permanente escasez de agua dulce de la zona. Sobre esto último, hay otra "coincidencia" a la vista: el corte de las aguas del Silala que dejaría en un grave problema de abastecimiento líquido precisamente a las zonas del interior "beneficiadas" con el proyecto gasífero.

He ahí el secreto del doble interés esperanzado de Bolivia en estas largas y tediosas negociaciones: Riqueza y Mar. El sueño de encontrar el desarrollo añorado con la venta de los recursos gasíferos de Tarija, y la ilusión de conseguir la mentada "salida al mar", canjeada con los beneficios que eventualmente podría recibir el país que reciba el "premio" de sacar el gas por sus costas. Pero la realidad no es tan sencilla ni lírica, como veremos.

Una serie de autoridades regionales con actitudes peligrosamente entreguistas, en la I y II Regiones, comenzaron a disputarse la desembocadura del gasoducto en sus respectivas ciudades. El señor Jorge Soria, Alcalde de Iquique, con esa típica irresponsabilidad y extravagancia entreguista (además de su manifiesto interés por trasladar a Iquique todo el interés comercial boliviano repartido por los puertos del Norte de Chile), llegó a la aberrante proposición de ofrecerle por cuenta propia a Bolivia un territorio costero propio en la zona para que coloquen allí su planta y puerto, valiéndose incluso de carísimos anuncios a página completa y todo color en los principales diarios de circulación nacional. Veremos más abajo que las mismas ambiciones parecieron tener algunas autoridades de Antofagasta, Mejillones (donde se pretende fundir el proyecto con el de la construcción de un megapuerto que ya se ha iniciado en el lugar), Tocopilla y Taltal.

Sin embargo, las creencias en estos supuestos beneficios se fundamentaban en otro de los males endémicos del entreguismo chileno: la ignorancia, el desconocimiento sobre los temas en los que se toman decisiones, y que conduce a caminos inmediatistas y cortos que no siempre llevan al destino que se marcha. Aquello que nuestro historiador Oscar Espinosa Moraga denominara "la costumbre vernácula chilena de opinar sobre lo que no se conoce".

Efectivamente, los entreguistas han creído que el gas boliviano es una fuente inagotable y de valor progresivo, cuyos beneficios para el Norte de Chile podrían extenderse eternamente, hasta conseguir sacar de sus problemas de desarrollo a Atacama y Tarapacá... La piedra filosofal del entreguismo, como lo fue en su momento también el nefasto Tratado Minero con Argentina o la asociación de Chile al MERCOSUR, que se creyeron soluciones a todos los problemas, panaceas que sólo han empeorado las cosas. Y lo decimos suponiendo que, en estricto rigor, el entreguismo realmente cree en estas afirmaciones, porque al análisis crítico de los hechos todo nos indica que parece haber un grupo influyente de políticos (ojo: no sólo en el Gobierno) estaban interesados en la entrega de un puerto o "sustituto" a Bolivia por razones muy cuestionables y sin importar cuánto perjudicara a corto o a largo plazo a Chile.

La estrategia que comenzaba a elaborar Bolivia es la que, más tarde, se conocería como propuesta de "gas por mar". Es decir: Chile le entregaba a Bolivia una salida al Pacífico que le devolviera su pretendida "cualidad marítima", y Bolivia se comprometía a suministrar a Chile parte del gas que por allí se sacara a los mercados internacionales. Conociéndose, sin embargo, el historial de incumplimientos del Altiplano a los acuerdos internacionales (incluyendo el incumplimiento que detonó la Guerra del Pacífico y su consecuente y tan llorada "pérdida del litoral"), este trueque podía resultar a la larga más explosivo que el propio hidrocarburo de Tarija.

En efecto, nada, absolutamente NADA hace pensar que Bolivia algún día llegará a ser el principal centro distribuidor de gas de Sudamérica, como lo sueñan los entreguistas. No existen razones para estar seguro de que los yacimientos gasíferos bolivianos lograrán elevar a esta nación de su actual situación a una óptima de desarrollo, y menos que impregnará de éste a nuestro país. Hasta este momento, el país altiplánico sólo ha demostrado ser una enorme reservar de gas, pero un pésimo negociador que ni siquiera ha logrado unificar una posición interna sobre la forma en que será comerciado.

Esta es una apuesta peligrosa, donde el blufeo puede terminar en verdadero desastre. La provisión de gas conocida de Bolivia no alcanza a justificar el despliegue que el proyecto "Trans-Andean Parterns Inc." por muy monstruosas que puedan sonar las cifras. Se ha trazado, además, fundado sobre el supuesto de que una gran parte de las mismas existirían de modo presumible, basado en la teoría de la estructura "piramidal" de los pozos naturales, sin considerar, además, el predominio comercial de otros competidores con abundantes reservas en el resto del mundo que ya han acaparado los mejores precios. Constantes cacareos publicitarios reiteran que los varios millones de pies cúbicos de gas a la espera de ser extraídos serían suficientes para mantener "por un siglo" las necesidades de combustible de Europa y por 600 años las de la provincia de Tarija, observación que, planteada de esta manera, podría suponer que el negocio es un dineral de varios siglos, pero la realidad es bastante más precaria y pobre, como veremos.

Un antecedente ilustrativo sobre el caso lo otorgan los discursos de las autoridades de uno y otro lado, interesadas en concretar el negocio. Mientras en Chile se recurrió al gastado e impertinente asunto de la integración con Bolivia, cuyos objetivos precisos y útiles jamás han sido aclarados (porque no los hay), en el país del Altiplano se acuñó un término menor que la reivindicación, pero mayor a la aceptación de la mediterraneidad: "recuperar la cualidad marítima". Es decir, en el negocio del gas lo que menos se ha proyectado, precisamente, son los asuntos de negocios, sino las PROYECCIONES ESTRATÉGICAS: una "integración" inútil e innecesaria con un país al borde de la ruina, con la "cualidad marítima" que jamás dejaría contenta a las masas bolivianas alimentadas por décadas con la ilusión de recuperar la totalidad del "territorio cautivo" de Antofagasta, desde río Loa hasta casi Chañaral.
 

Puna de Atacama

Publicación de la prensa boliviana en La Paz al saberse de las banderas izadas como protesta en dos cerros de Taltal (15 de septiembre de 1998)

Acta de 1898

Este mapa aparecido en la obra "El Expansionismo de Chile en el Cono Sur", del general boliviano Humberto Cayoja Riart, nos demuestra hasta dónde ha llegado el reivindicacionismo boliviano, que ahora va en Taltal, mucho más al Sur del límite que alegaban antes de la Guerra del Pacífico. El autor acompaña la imagen con el siguiente párrafo: "El litoral boliviano: Ley Nº 405 de 15 de agosto 1968. En todos los mapas y cartas geográficas de Bolivia deberá incluirse obligatoriamente el territorio del DEPARTAMENTO CAUTIVO como parte integrante del territorio nacional, EN BASE A LA RIGUROSA VERDAD HISTÓRICA, A LA DOCTRINA QUE CALIFICA Y DESCONOCE LAS USURPACIONES DE TERRITORIOS POR LA FUERZA".


Informes del Programa de Desarrollo de la ONU: un negocio peligroso
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En 1983, un informe emitido por la ONU a través del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) advertía que el gas era escaso en Bolivia como para sustentar un plan de desarrollo sobre su explotación, al punto de que convendría reservarlo sólo para usos interiores. Según su texto, las reservas de Bolivia son del 0,17% del total planetario (aproximadamente, el lugar 28º de la escala mundial de países productores de gas natural). Los abundantes descubrimientos de Tarija de entre 1998 y 1999 cambiaron radicalmente la perspectiva de la cantidad de reservas de gas de las que dispone Bolivia. Sin embargo, hay un hecho vital del Informe del PNUD que, de manera inexplicable, todo el mundo ha dejado pasar en forma unánime: que los problemas comerciales de la industria gasífera altiplánica eran los mismos que afectan hoy a esa nación, a ese mismo rubro y prácticamente a todo el movimiento de mercado internacional boliviano: VENDER MUY POCOS PRODUCTOS A MUY POCOS COMPRADORES.

Esta ha sido por décadas la tragedia económica de Bolivia, algo que nada tiene que ver con su carencia de puertos, sino con su completa falta de diversidad y desarrollo de producción, remitida mayoritariamente a materias primas con un bajo o básico proceso industrial. Un ejemplo: el 40% del total de los productos que Bolivia envía a los mercados del "enemigo" chileno, corresponden a productos aceiteros y, de hecho, las principales industrias aceiteras de Bolivia exportan para allá el 35% de sus ventas. Sólo esto explica que las medidas tributarias decretadas en enero 2001 por Chile para las mezclas oleaginosas, afectaran de un sólo golpe la suma de U$ 10 millones de las exportaciones bolivianas. En represalia, Bolivia ordenó castigar tributariamente los productos chilenos, afectando el dos tercios de las exportaciones a ese país, que bordeaban entonces los U$ 200 millones. Como se ve, un pequeño vaivén en un mercado de mínima diversidad y recepción, puede ser fatal para la nación afectada.

En el año de emisión del informe del PNUD, el producto principal de exportación boliviana ya era el gas natural. Esto lleva a suponer que ni en el más generoso esfuerzo los cálculos podrían ser un acierto el colocar a este país como potencia gasífera, sólo por contar ahora con más de lo mismo, es decir, más de lo que ya ha tenido y explotado siempre, sin variar su problema de fondo relacionado con la monotonía de la producción y las exportaciones, por lo que sólo garantiza el que Bolivia podrá mantener por varios años más el mismo negocio que muy poco le ha reportado hasta ahora en materias de verdadero desarrollo económico. En el peor de los casos, puede vérsela como un alargamiento de la enfermedad.

Se plantea alegremente que Bolivia sería la primera, segunda o tercera reserva de Latinoamérica (o mundial, inclusive). El gas natural es modesto, bendiciendo sólo a Venezuela, Argentina y eventualmente a México sin que varíe radicalmente la situación de estas naciones por contar con un recurso que ya tiene bastantes competidores en el resto del mundo y donde los valores son determinados por los mercados de otras latitudes y por las reservas gasíferas de verdaderas potencias como Rusia o Irán, que no sólo superan los 500 billones de pies cúbicos, sino que han logrado imponerse en el control del negocio de los combustibles mundiales. Recuérdese, además, la situación por la que atraviesa Venezuela a pesar de su riqueza petrolífera, arrastrada a la ruina por la nefasta acción de una serie de caudillos que "democráticamente" e invocando de la peor forma al Libertador Bolívar, han destruido una de las economías más envidiables de América Latina.

Repetimos: EL PROBLEMA PERMANENTE DE BOLIVIA ES LA MONOTEMÁTICA DE SU ECONOMÍA, por lo que gases más o gases menos no resolverán el problema histórico que por siempre ha tenido: UN NUMERO LIMITADÍSIMO DE PRODUCTOS EXPORTADOS A OTRO NUMERO LIMITADÍSIMO DE COMPRADORES.

Un segundo informe de las ONU sobre el "Desarrollo Humano en Bolivia", emitido por el PNUD, esta vez en 1998, hacía serias advertencias sobre un segundo punto fundamental de la actividad económica boliviana: en él podía advertirse que otro de los factores de la precariedad de la economía altiplánica radicaba, precisamente, en la elementalidad de su comercio, es decir, en la presencia masiva de exportación de materias primas con un mínimo de intervención industrial, que incluyen la comercialización del gas natural. En otras palabras, más o menos gas no cambiará tampoco el problema boliviano de la falta de tecnología industrial y actividad de manufactura para incrementar realmente el valor de estos productos. Así, leemos de ese trabajo (los destacados son nuestros):

"El aporte actual de los recursos naturales a la economía boliviana se puede medir por ejemplo, mediante su contribución, a la balanza comercial y al tesoro general.  Hoy en día los minerales llegan a un 37 por ciento del total de las exportaciones, el gas natural al 12 por ciento y los productos no tradicionales (agrícolas y forestales) al 27 por ciento.  En total los recursos naturales (renovables y no renovables) constituyen más del 70 por ciento de la generación de divisas para el país.  Conforme a estas cifras se puede afirmar que el comercio exterior se basa en materias primas con muy poco o ningún valor agregado.  Se estima que menos de un 40 por ciento de las exportaciones bolivianas incorporan algún grado de manufactura, mientras el resto puede considerarse como materia prima bruta."

"Por otra parte, el país muestra un empobrecimiento de su base productiva como efecto de la sobre-explotación y/o degradación de sus recursos naturales, sean estos renovables (suelos, bosques, aguas) o no renovables (minería e hidrocarburos).  Además el empobrecimiento de su base natural guarda estrecha relación con la pobreza, y esto en dos sentidos.  Primero por la presión que los pobres ejercen sobre los recursos naturales (degradación de suelos, deforestación); y segundo, por la consiguiente reducción de las posibilidades para que en el futuro sus descendientes puedan disfrutar de esos recursos.  De este modo se transgrede un principio fundamental del desarrollo sustentable, el de entregar a las nuevas generaciones la misma cantidad y calidad de recursos naturales que éstas recibieron de las generaciones anteriores."

Un hecho que ilustra perfectamente esta proyección, es la observación de la propia economía boliviana desde la emisión de este último informe: mientras las estimaciones de las reservas de gas han aumentado desde 1998 a la actualidad en forma exponencial, la economía boliviana prácticamente no ha experimentado avance en estos años y, de hecho, en muchos aspectos ha caído en franca crisis, que no anticipan buenos augurios. De los siete trillones de pies cúbicos de gas estimados hasta 1998, las cifras ascendieron en el 2000 a unos 32, y el año 2002 ya se estiman en unos 50. La economía general, en cambio, logró reducir durante ese mismo período la deuda externa, pero a costa del empeoramiento de la situación interna, con gran impacto social, producto de la vulnerabilidad del Altiplano a las condiciones imperantes del comercio mundial, que incluyó la impopular alza impositiva de los propios hidrocarburos.

La necesidad de sacar gas por el Pacífico, por lo tanto, se haría imperiosa ante la esperanza que siguió a los hallazgos. Sin embargo, Bolivia ya estaba sacando estas reservas por Brasil, alternativa que también se barajó para los pozos de Tarija que pretendieron exportarse por Chile. Un informe emitido por los directores de la OPEP hacia julio de 2002, recomendaba a Bolivia continuar con la salida de gas por el Brasil, ya que la exportación del mismo por Chile, a juicio de la organización árabe, sólo reportaría mínimas utilidades al tomar Estados Unidos rápidamente el control de compra, como el principal cliente que ya es de su gas.

Esto explicaría en parte la cruda y pesimista visión sobre el negocio de exportación del gas a California que algunas autoridades bolivianas mantienen, como el investigador de la Facultad de Física de la UMSA, profesor Francesco Zaratti, quien señaló a los medios paceños el 27 de julio 2002 que el negocio gasífero sólo dejaría “realmente migajas” a Bolivia por concepto de regalías y participaciones, por lo que recomendaba urgentemente considerar la exigencia de "cualidad marítima" a Chile como una perspectiva de utilidad en la exportación del licuado. Tras analizar las estadísticas sobre la evolución de los precios del gas natural en California, el experto informó que ellos varían sólo entre los 3 a 3,5 dólares por millar de pies cúbicos, lo que hace casi imposible que Bolivia logre un precio superior a 0,70 dólares por millar de pies cúbicos de gas a boca de pozo, que sería aparentemente el más bajo de los registros mundiales de venta. Además, el mercado de California es tremendamente competitivo. Calculando una optimista venta de 24 millones de metros cúbicos diarios de gas, Bolivia recibiría menos de 100 millones de dólares. La cifras colocaban en unos 45 millones de dólares las ganancias que reportará el Estado de Bolivia

El Consorcio Pacific LNG había asegurado que las bajas utilidades serían equilibradas con los ingresos por exportaciones de derivados líquidos (petróleo, gasolina natural y gas licuado de petróleo). Pero las proyecciones de precios anticipaban que con ellos sólo se lograría 82 millones de dólares. La YPFB, por su parte, aseguró que Bolivia recibiría unos 310 millones de dólares por regalías, participaciones, y los impuestos que pretende asegurarse para sí en territorio chileno. Sin embargo, se especulaba que Pacific LNG no pagaría tributos adicionales a las regalías.

En resumen, el negocio del gas boliviano aún no anticipa pruebas de rentabilidad futura. Ha sido negociado por un patrón boliviano en desventaja, producto de su estado social. Bolivia, además, no pertenece ni ha pertenecido jamás al selecto grupo de países que controlan el mercado mundial de combustibles y que, a fin de cuentas, determinan tanto la vigencia del producto como sus precios. Y esto no es sorpresa, pues ya se sabe que el mercado de combustibles fósiles siempre ha sido controlado por un número ínfimo de privados y la ganancia ni siempre llega por "chorreo" a las sociedades de los países a que pertenecen, como se observa en varias naciones del Medio Oriente, poseedoras de las mayores riquezas de petróleo mundial, y cuyos pueblos viven, sin embargo, en la miseria más atroz que persiste en la humanidad.
 

PRINCIPALES PRODUCTOS DE EXPORTACIÓN BOLIVIANOS
(Fuentes: Almanaque Mundial, Cepal)

PRODUCTOS

%

Gas Natural

26

Cinc, Estaño, Plata, Oro

44,6

Soyíferos

6,6

Madera

5,4

Azúcar

2,4

Cuero / Pieles

2,1

Otros

13,4

DISTRIBUCIÓN DE LAS RESERVAS DE GAS NATURAL BOLIVIANAS
(Fuente: Cámara Boliviana de Hidrocarburos)

ESTE GRAFICO DEMUESTRA COMO SIENDO TARIJA UNA DE LAS REGIONES MAS CASTIGADAS CON EL SUBDESARROLLO Y LA POBREZA ALTIPLÁNICA, PASO A SER UNO DE LOS PILARES DEL SUSTENTO ECONÓMICO DEL PAÍS Y SUS PROYECCIONES FUTURAS, EXPLICANDO ADEMÁS, LA RAZÓN DEL SURGIMIENTO DE SEPARATISMOS INDEPENDENTISTAS CON RESPECTO A LA PAZ. LA PARADOJA ES QUE, SIENDO LA VENTA DE GAS UN NEGOCIO DE BAJO PERFIL EFECTIVO PARA BOLIVIA, RESULTARÍA UNA OPORTUNIDAD COMERCIAL PROMISORIA PARA LA PROVINCIA DE TARIJA EN SITUACIÓN DE MAYOR AUTONOMÍA ECONÓMICA Y ADMINISTRATIVA Y EN CONDICIONES DE NEGOCIACIÓN IDEALES

DEPARTAMENTO

RESERVAS HISTÓRICAS

RESERVAS DESCUBIERTAS

TOTAL ANUAL

Cochabamba

1 %

2,3 %

2,3 %

Chuquisaca

25,8 %

0,6 %

1,5 %

Santa Cruz

67,8 %

8,2 %

10,3 %

Tarija

5,4 %

88,9 %

85,9 %

TOTAL

100 %

100 %

100 %

* NOTA: TARIJA TIENE UN TOTAL DE 403.000 HABITANTES, EQUIVALENTE AL 4,8% DE LA POBLACIÓN TOTAL DE BOLIVIA. SU TASA DE DESEMPLEO ES DE 6,4% AL MOMENTO DE PUBLICAR ESTE GRAFICO, Y LA POBREZA ERA DE UN 27,35%. PARA 1997. EL P.I.B. DE TARIJA ERA DE US$ 351,5 MILLONES, EQUIVALENTE AL 5,4% DEL TOTAL BOLIVIANO.

Quema de bandera chilena en protestas callejeras de La Paz convocadas por gremios de transporte en contra de la decisión de pasar gasoducto por Chile para vender el producto a los Estados Unidos, en julio 12 de 2002. La imagen circuló por todo el mundo a través de la cadena de Yahoo News y otras agencias.


Hace su debut el proyecto de un "comodato" litoral para Bolivia
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A pesar de todos los antecedentes comentados, muchos entreguistas chilenos pintaron para sí un fantástico cuadro de beneficios en torno al gasoducto boliviano, proyectando la que iba a ser una velada y peligrosa nueva entrega territorial y el futuro peligro de un conflicto, como veremos.

El domingo 9 de septiembre del 2001, el diario "La Tercera" tuvo la audacia de poner al descubierto -en un amplio reportaje- el rumbo que habían tomado las conversaciones relativas al gasoducto boliviano, a partir del primer año del Gobierno de Ricardo Lagos, y lo que para algunos ya era un secreto a voces: el proyecto no sólo había sido retomado, sino que se incluía ahora, a la par del terreno para las instalaciones de la planta de licuefacción y el puerto, la cesión de un amplio territorio en régimen de "comodato", arrendado por 99 años en alguna parte de la vasta costa que hay entre Mejillones y Cobija, precisamente donde el reividicacionismo boliviano ha colocado la mayor parte de su atención revanchista.

Las revelaciones cayeron en La Moneda y la Cancillería como un sismo. Los entreguistas enquistados en el Gobierno y el Parlamento nunca esperaron que se filtrasen las conversaciones que tan reservadamente se estaban llevando, por lo menos desde el envío de Edmundo Pérez Yoma como Cónsul General de Chile en La Paz; sin embargo, desde el momento en que el tema volvió a ser tocado en las reuniones de Grupo de Río, en Santiago durante el mes de agosto 2001, parte importante de los tópicos que estaban siendo negociados entre Chile y Bolivia se filtraron a los medios de prensa, especialmente por trascendidos bolivianos y algunas declaraciones de parte del Presidente venezolano Hugo Chávez, gran amigo de Bolivia y -para nuestra fortuna- conocido por ser muy poco discreto en sus entrevistas, además de en otros varios ámbitos de su vida pública.

Obligado a abandonar la Presidencia por una cruel enfermedad que no respetó el duro y decidido carácter de Hugo Bánzer, llegó al Palacio Quemado un nuevo y audaz mandatario capaz de enfocar la cuestión de la mediterraneidad en una forma novedosa: Jorge "Tuto" Quiroga Ramírez, un joven tecnócrata, astuto y de notables capacidades intelectuales comprobadas en su currículum.  De inmediato, el mandatario provisional reformuló el proyecto con la YPFB, calculando en unos 1.500 millones de dólares la inversión necesaria (otros lo calculan en 5.000 millones), presentándola secretamente a La Moneda. El plan incluía, además del gasoducto y la planta-puerto en el litoral, dos ítems nuevos y creativos para enganchar el asunto con el tema de la mediterraneidad boliviana: la entrega del comodato litoral en calidad de arriendo a cuota fija por 99 años, y un tratado de integración minera similar al firmado entre Chile y Argentina el año anterior, con el que Bolivia ofrecía proveer de agua los sitios de extracción chilenos de la zona cordillerana. Nuestra Corporación de Defensa de la Soberanía manifestó, entonces, algunas razones para creer que Bolivia habría ofrecido también algunas facilidades para el uso de la energía gasífera en una posible planta de desalinización en la costa de Tarapacá, como el bosquejo de hacía casi diez años lo había considerado, mientras que Chile habría agregado a Arica como posible salida del gas.

Destapada la olla, y aún cuando el asunto era desde mucho antes un secreto a voces entre los círculos políticos, el Gobierno se apresuró a negar desesperadamente que hubiese algo relacionado con "comodatos" en las negociaciones relativas al gasoducto. Sin embargo, durante el mes de noviembre de 2001 hubo una serie de declaraciones que vinieron a confirmar la existencia de este peligrosísimo proyecto, que a todas luces podría ser la semilla de un futuro conflicto internacional. El día 11 de noviembre, por ejemplo, el propio Presidente Quiroga, ante la ONU, definió el proyecto como "otro paso (de Bolivia) en su marcha, que comenzó hace 120 años, para retornar al mar de nuestros antepasados". Luego, agregó: "Aquí, Bolivia reafirma su inconmovible voluntad de recobrar su cualidad marítima, con la que nació a su vida independiente".

Consultado por el diario "El Mercurio de Antofagasta", el Canciller de La Paz, Gustavo Fernández, declaró que las palabras de Quiroga "resumen el propósito de su Gobierno" (edición del 13 de noviembre de 2001).  No hay duda entonces: El gasoducto y el "comodato" iban de la mano. ¿Se refería a ello la entonces Canciller Soledad Alvear, al declarar que Chile "está abierto, en el momento oportuno, para considerar fórmulas modernas, imaginativas, prácticas y realistas que puedan avanzar en perfeccionar las facilidades de acceso al mar", a "El Mercurio" del 22 de noviembre siguiente?

Algo de lo que suponemos, se infiere también de las palabras del Presidente del Comité Cívico de Tarija, don Roberto Ruiz, en entrevista al diario "La Tercera" varios meses después (18/8/2002):

"Creo que la opción peruana nunca existió. Se ha generado un debate innecesario, que ha enfrentado a los bolivianos innecesariamente y esto ha sido por mezquinos intereses políticos de quienes intentaban arrancarle a este proyecto lo que nunca podía habérsele arrancado, es decir, soberanía sobre el Pacífico, cuando nosotros creemos que cualidad marítima se puede conseguir con mayor eficacia por la vía de la integración económica, de la cooperación, de la fraternidad entre los pueblos (...) La gran tragedia de este proyecto fue que estas definiciones se dieron en pleno proceso electoral, donde cada uno de los partidos trató de buscar un crédito, reavivando sentimientos chauvinistas y odios enfermizos que aquí en Tarija no compartimos..."

La confirmación más explícita la tenemos, sin embargo, de parte del por entonces Senador Segio Bitar, posterior Ministro de Educación, quien había propiciado otro peligroso proyecto de soberanía comercial compartida entre Chile, Perú y Bolivia en Arica, con el que pretendía fundir el asunto del gasoducto. Bitar -quien mantiene estrechos vínculos personales y familiares con los países vecinos del Norte- declaró a "El Mercurio" del 25 de noviembre (pág, C3): "Chile debería rescatar que Bolivia parece estar dispuesta a aceptar una concesión o arriendo, sin soberanía". Sin embargo, agrega intentado separar los temas: "Podríamos hablar en paralelo de ambos, pero no mezclarlos. La demanda boliviana tiene tiempos que serían muy largos y los inversionistas en el gasoducto perderían interés".

El Proyecto se enmarcaba en una estrategia sencilla de "gas por mar", a la par de eficaz, cuya inspiración podría estar, en menor escala, en la presencia de instalaciones autónomas de Bolivia en el borde portuario de Arica, dentro de la planta y el oleoducto de Sica-Sica, que son un buen antecedente para anticipar la falta de importancia económica de estos proyectos, ya que esta instalación lleva décadas en el puerto chileno sin haber influido mayormente en la prosperidad ariqueña a pesar de estar sacando por allí petróleo proveniente de ese país.

Presidente Quiroga sustentaba el plan suponiendo -por un lado- que Chile mordería la carnada del gasoducto tentado por los millones de dólares comprometidos y por las facilidades para utilizar recursos energéticos e hídricos bolivianos para regar el Norte, y -por otro lado- integrando necesariamente el tema de la salida al mar en medio de las discusiones sobre valores y negocios. Bolivia ya ha demostrado antes esta capacidad para hacer correr el tema de su mediterraneidad en foros que nada tienen que ver con ella, como en los escándalos de los ríos Lauca y Silala.

Otro factor influyente en este proceso ha sido el traslado de temas de negociación técnica a temas de geopolítica; así, paralelamente a las decisiones sobre el gasoducto, la planta de licuefacción y el puerto, inevitablemente sería puesto en la mesa en asunto territorial. Al parecer, Bolivia creía contar con un factor de apoyo internacional que recibiría este enclave en el litoral chileno que, de llegar a convertirse en un importante puerto de distribución de gas a grandes potencias del mundo, éstas procurarán que Chile jamás llegue a concretar un eventual cese o desconocimiento de los derechos bolivianos en ese enclave, ni siquiera por razones de emergencia, dada la importancia comercial que el mismo tendría. Dicho de manera coloquial, es esperable que un coro de potencias extranjeras clientes de este mentado "gasoducto" se arrojen a presionar contra Chile ante una hipotética decisión de retirarlo o suspender sus funciones una vez construido. Bolivia contaría así, con una garantía internacional para la protección y perpetuidad de su enclave, su "Nueva Cobija" en territorio chileno.

Cabe advertir que ya en 1996, Eduardo Frei Ruiz-Tagle inició desde La Moneda una cadena de acuerdos secretos que casi se concretaron en asuntos oficiales con el Presidente de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Lozada. Estas conversaciones reservadas se extendieron hasta el año siguiente. En ellas, el entonces Canciller y posterior Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, dialogó con su homólogo altiplánico, don Antonio Araníbar, pero siempre a través de intermediarios: don Enrique Correa (ex-Secretario del Gobierno de Aylwin) por Chile, y don Horst Grebe, por Bolivia. Grebe había sido Ministro del Trabajo. Sería el propio Sánchez de Lozada, curiosamente, el que debería retomar estas negociaciones al volver al Palacio Quemado, durante el año 2002. Afortunadamente, y a pesar del nivel de avance que llegó a tener la planificación del "comodato", no se concretó en los nuevos plazos estipulados y Sánchez de Lozada lo explicó, más tarde, en la falta de decisión de Frei Ruiz-Tagle en las negociaciones, tal vez amedrentado por el negativo resultado que estaba teniendo en su popularidad la controversia de Campo de Hielo Sur y las polémicas por la "línea poligonal".
 


¿Por qué un "comodato" en Chile? ¿Qué se negociaba realmente?
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Era tal la cantidad de facilidades que se teóricamente otorgaban a Bolivia en materia tributaria de acuerdo a lo que hasta ahora se sabe del "comodato", que bien vale preguntarse cuál es el negocio para Chile en todo este asunto. En efecto, Bolivia ha exigido cuanto menos:

  • Autonomía tributaria en la zona de las instalaciones. Las transacciones, descargas y actividades comerciales y portuarias estarían libres de tributación al fisco chileno.

  • Las cargas que abastecerían a los compradores del gas serán tributadas directamente al Estado de Bolivia.

  • El uso de los puertos, o sería gratuito, o bien pagado directamente a Bolivia. En ambos casos Chile no percibiría ni un solo peso por actividades de carga y descarga en su propio territorio.

  • Todo el personal que operara en la planta y el puerto estarían sujetos de derecho tributario boliviano.

  • Los privados no tributarían un peso al fisco chileno por derechos de uso comercial de parte de su litoral. En cambio, el Estado de Bolivia se comprometía a otorgar supuestos beneficios energéticos en el territorio norte de Chile a cambio de todas las anteriores facilidades.

En tal sentido, parecía claro por entonces que la opción de pasar el gas por el Perú, como se ha puso en el tapete tantas veces, no era seriamente estudiada por los negociantes, sino más bien utilizada como un elemento de artificial peligro para el éxito de las conversaciones chileno-bolivianas, usado especialmente a la hora en que Bolivia formula sus innumerables exigencias para la salida del gas en la zona. No sorprende para nada, entonces, que el representante chileno en La Paz, don Edmundo Pérez Yoma, declarara el 10 de agosto del 2002 a los medios de prensa que "la alternativa peruana jamás fue una opción real". Nótese que estas declaraciones provienen de uno de los más fervientes defensores de la negociación gasífera chileno-boliviana, y fueron formuladas exactamente al terminar el misterioso viaje del ministro José Miguel Insulza a La Paz, a discutir en secreto una nueva estrategia para ratificar el acuerdo, cuyas bases, como ha sido denunciado tantas veces, estaban listas y decididas por lo menos desde principios de año a la espera de la firma definitiva.

Sin embargo, el fantasma que ronda a estas exigencias no surge por casualidad: ¿Por qué Bolivia intentaba asegurarse para sí tantas facilidades con un negocio que supuestamente será rentable y próspero? ¿No será acaso que ya se ha advertido que el famoso gasoducto y su planta de licuefacción no serán la panacea de entrada al desarrollo económico, y, por lo tanto, sólo quedaría regatear con ella la posibilidad de concretar otras aspiraciones históricas, como es la añorada "salida la mar"? ¿Es en definitiva un gran negocio para Bolivia?... Ahondemos en este punto.

El muy antichileno general boliviano, don Humberto Cayoja Riart en su libro antes citado, define el proyecto gasífero como "EL GERMEN DE UN FUTURO CONFLICTO", con destacados originales. Esta será una de las pocas ocasiones en las que podamos estar completamente de acuerdo con un nacionalista boliviano de la línea más dura. Efectivamente, el negocio de los gasoductos y oleoductos internacionales implica usualmente una gran cantidad de riesgos y de aspectos geopolíticos de alcances amplios, especialmente entre países donde la confianza y la amistad es bastante más retórica que real. La participación de los intereses de la grandes potencias en esta clase de negocios salta a la vista, a veces con consecuencias catastróficas:

  • La presencia que los oleoductos de Medio Oriente tuvo en la primera Guerra del Golfo Pérsico, en 1991. Irak, por encontrarse en mediterraneidad en la mayor parte de su territorio, siempre debió sacar sus enormes reservas de petróleo por países vecinos, particularmente por Kuwait, a través de enormes oleoductos. Lejos de significar esto algún grado de amistad o "integración" entre ambos países, la situación generó en Irak fuertes pretensiones sobre el territorio de la pequeña nación árabe, la que, a su vez, tuvo la prepotencia de cortar unilateralmente el paso de estos oleoductos hacia 1990, desatando la ira del los iraquíes y dando la excusa de la invasión que involucrara la intervención de las fuerzas de los Estados Unidos y la OTAN, al año siguiente.

  • Una de las razones de la fuerte presión de Rusia por evitar el separatismo de Chechenia se encontraba en la existencia de un oleoducto de gran extensión, que transportaba el crudo desde Bakú hasta Novorossiks pasando por la región de Grozny. Sin embargo, luego de iniciada la guerra independentista, la resistencia local puso una gran cantidad de llaves clandestinas para robar el petróleo del oleoducto, razón por la cual los rusos decidieron clausurarlo y elaborar la nueva ruta inaugurada hasta el Mar Negro en 1999 (a pesar de no ser la más económica) en su deseo de controlar el abastecimiento de buena parte de Europa con las reservas del Mar Caspio y de Kazajstán.

  • Durante la invasión norteamericana de Afganistán y contra el régimen talibán, tras el atentado a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001, una de las posesiones más valiosas que fueron tomadas correspondía a la zona donde se venía proyectando la construcción de un poliducto hasta Karachi (pasando por las ciudades afganas de Herat y Kandahar y la pakistaní Quetta), que abastecería gran parte de las necesidades del mercado estadounidense e internacional. Se recordará que las compañías norteamericanas habían negociado entonces con representantes talibanes la construcción de este conducto, a fines de 1997. Sería por esta razón que el Presidente George W. Buch decidió enviar como su representante directo para la reconstrucción del país del Medio Oriente a su antiguo asesor en la compañía petrolífera UNOCAL Oil Corporation), el afgano Zalmay Jalilzad, a principios del 2002. UNOCAL había formado parte del consorcio Centgas, que tenía el proyecto de sacar el gas natural de Dauletabad, al Sureste de Turkmenistán, por dicho poliducto.

  • Colombia ha sufrido innumerables intervenciones internacionales en los últimos años, provocadas principalmente por el cáncer de las guerrillas. Un aspecto poco conocido en estos conflictos lo reviste la importancia del oleoducto de Caño Limón-Coveñas, al Noreste del país, cuyas 480 millas de longitud pertenecen a la compañía norteamericana Occidental Petroleum. Durante el año 2001, miembros de las FARC consiguieron tomar varios tramos del oleoducto cortando el suministro hasta avanzado el año siguiente. Por esta razón, los presupuestos para la intervención internacional de Colombia en la lucha antiterrorista fueron aumentados en casi 100 millones de dólares, asignados por los Estados Unidos para permitir el resguardo militar del oleoducto.

  • El año 2003, Israel comenzó a dar señales de apoyar una ofensiva diplomática norteamericana contra Siria, luego de la invasión de Irak. La razón que la oposición y muchos críticos del Primer Ministro Ariel Sharon le imputaron al Gobierno de Tel-Aviv es que éste último estaría proyectando un gasoducto que abastezca sus necesidades energéticas de Haifa desde Mosul, en Irak, pero debiendo pasar necesariamente por territorio sirio para poder abaratar los costos de una obra de semejante envergadura, ya que la segunda opción, correspondiente a Jordania, resultaría demasiado onerosa. El proyecto fue reconocido poco tiempo después por el Ministro de Infraestructura de Israel, Yosef Paritzky.

Debe considerarse, además, que el compartir un recurso claramente agotable a relativo plazo podría generar, por consiguiente, controversias sobre el mantenimiento de los precios o la devolución proporcional de los territorios que se cambiaron por beneficios no cumplidos y viceversa, tal como ocurrió en el hecho detonante de la Guerra del Pacífico. A pesar de lo que afirman Exxon, Texaco, Shell y todas las grandes compañías, es un hecho que éstas ya se encuentran diversificando tecnologías para enfrentar el cambio de fuentes energéticas que se pronostican para las próximas décadas, por lo que hablar de "gas para cien años más" (o 99, según el régimen que se planificaba para el mentado "comodato") es un absurdo mayúsculo, de visiones incapaces de proyectarse o percibir la realidad con mirada adelante. En Atacama tenemos "reservas de salitre para mil años", pero con la "pequeña" desventaja de que en algún momento alguien inventó algo mejor y nadie más volvió a comprarlo. De hecho, el entonces Canciller boliviano, Carlos Saavedra, reconoció en el matutino paceño "La Razón" del 31 de julio de 2003, "que el enclave debería ser cedido 99 años Y NO SÓLO LOS 20 O 40 QUE DURARÁ EL PROYECTO, para que en ese territorio gobiernen leyes bolivianas". Difícilmente podría encontrarse una confesión más clara y directa.

Siendo organizaciones como la OPEP o el mercado bajo control Norteamericano -y no Bolivia- los que determinan la vigencia del uso de gas y petróleo, bastará sólo con un descenso en las reservas internacionales de gas y petróleo para que toda la tecnología de combustión, explosión interna y llamas industriales comience a ser rápidamente complementada o incluso modificada por otras propuestas que ya existen. ¿Qué sucederá cuando a Bolivia ya nadie le compre el gas? ¿O cuando simplemente se le acabe? ¿Sólo tomarán sus cosas y se marcharán de la costa chilena dando las gracias? ¿Qué pasará si decide jubilar el negocio, entregarlo a un tercero o simplemente cambiar al país por el que saca el producto a los mercados internacionales?

El depender de una tecnología extranjera sólo incrementaría el abandono histórico de las provincias del extremo Norte de Chile, en desmedro de sus posibilidades reales. Atacama ofrecería fuentes de energía limpia mil veces más barata e higiénica que el gas boliviano: costas bravas de captación mareomotriz; áreas de viento continuo para captación de energía eólica; más de 350 días de sol para instalación de paneles solares; actividad geotérmica donde podría experimentarse en la captación de energía del suelo. Existe también la posibilidad de proyectar reactores atómicos. Lamentablemente, casi no hay iniciativa al respecto de parte de las autoridades, y las actividades de la ENAP en captación de energía vulcanológica aún no pasan de ser meramente experimental.

Los riesgos estratégicos de depender energéticamente de un país vecino ya quedaron archicomprobados con los recortes de suministro de gas que Argentina comenzó a realizar a partir de marzo de 2005, violando los acuerdos y convenios firmados con Chile a mediados de los noventa. En el caso que atendemos, las protestas masivas y el rechazo generalizado a la opción de sacar el gasoducto por Chile (que fue determinante en las elecciones presidenciales bolivianas de julio 2002) demuestra que la pretendida "amistad" con este país aún está en los dominios de Morfeo. ¿Qué pasará si se crea una dependencia energética de un país potencialmente hostil, como Bolivia? ¿Qué sucederá, además, si se produjera otra de las históricas escaramuzas diplomáticas entre ambas naciones (Lauca, Silala, etc.) y, viéndose Chile en la necesidad de revisar los acuerdos en torno a la permanencia del mentado gasoducto en nuestro país, una tercera nación compradora de gas decidiera intervenir en favor del mantenimiento del gasoducto y la planta boliviana en territorio chileno y por sobre nuestro propio deseo?

A modo de respuestas, recordemos que en mayo de 2004, el Gobierno argentino firmó con Bolivia un acuerdo gasífero en el que se comprometía con La Paz a no desvíar "ni una molécula" del gas que ahora recibirían, hacia Chile. Y a principios de junio de 2005, manifestantes indígenas se tomaron la planta petrolera Tapacarí y cerraron sin ningún problema las válvulas de paso del oleoducto que ingresaba desde Cochabamba a Chile, como una forma de exigir la nacionalización de los hidrocarburos, poniendo en evidencia las poco fiables garantías de abastecimiento energético que podrían esperarse de países como Bolivia, más allá de los compromisos que soporte el papel. Tómese en cuenta, adicionalmente, que Bolivia no es ni ha sido jamás potencia gasífera, sino hasta ahora sólo una gran reserva. La sola dificultad que ha demostrado Bolivia para decidir por dónde pasará el mentado gasoducto demuestra la incapacidad de esta nación por conducir verdaderos negocios o relaciones comerciales complejas a nivel internacional.

Otro punto que no ha sido considerado seriamente en la influencia del narcotráfico en todos los estamentos de la sociedad boliviana, y que al igual que el Perú, internan drogas por Chile convirtiendo a este país, actualmente, en un corredor de drogas duras al resto del planeta, pésima fama que ya ha comenzado a cobrar su cuota en algunos trámites aduaneros a chilenos que salen al extranjero. Remitiéndonos sólo al asunto del negocio de la droga que continúa enquistado en Bolivia, no hay que ser un genio para proyectarse en la peligrosa imagen de ver a esta nación con un gran enclave portuario autónomo en territorio chileno, en momentos en que el narcotráfico del altiplano precisa, justamente, de una forma expedita de enviar al resto del mundo su mortal mercancía.

Aviso a página completa y a todo color publicado en varios medios de prensa nacionales por orden del ex Alcalde Jorge "Choro" Soria, de Iquique, financiado con dineros municipales, el 5 de mayo 2002. Este carísimo y ambicioso aviso intentó convencer a los bolivianos de que la mejor opción de salida del gasoducto se encontraría en las cercanías de Iquique, en Patillos-Patache, haciendo en su texto afirmaciones sutiles pero peligrosamente entreguistas. Las diferentes "ofertas" de terrenos para el mentado gasoducto boliviano (en Antofagasta, Mejillones, Tocopilla e Iquique) pretendiendo competir con las hechas por Perú en Ilo, estuvieron rodeadas de situaciones altamente oscuras y sospechosas, que incluían propuestas formuladas por autoridades regionales sobre terrenos litorales de su propiedad. Afortunadamente, parece ser que La Paz decidió sacar definitivamente su gas por territorio peruano y no chileno.


¿Quiénes fueron los responsables de engendrar este proyecto en Chile?
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  • El ex Canciller del Gobierno de Aylwin y posterior Senador, Enrique Silva Cimma. Su acercamiento a su homólogo de La Paz, Ronald Mac Lean, durante la Cumbre del Grupo de Río realizada en Santa Cruz durante abril de 1993, fue la base de las posteriores conversaciones con miras a otorgar a Bolivia una "compensación territorial" por intermedio de gestiones empresariales. Hacia 1994 ya se había definido que la integración tendría lugar por medio de proyectos de exportación de gas natural a través de Chile, aunque no se tenía claro aún por dónde ni cuánto.
  • El ex Ministro de Interior de Frei Ruiz-Tagle, Carlos Figueroa. Aunque su influencia ha declinado por falta de presencia política y su dedicación a actividades de orden privado, Figueroa tempranamente, en 1995, apoyó dentro del Gobierno el plan que ya entonces anunciaba Sergio Bitar sobre su deseo de compartir soberanía con Perú y Bolivia en Arica, procurando además una salida al mar a este último país. Este proyecto era la antesala al comodato posteriormente en negociación.

  • El ex Ministro de Interior de Frei Ruiz-Tagle y posterior Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza. Siendo Canciller inició las gestiones de conversación (por la propia voluntad de Gobierno de Chile, al lamentable parecer que tenemos) con Bolivia para satisfacer sus pretensiones en el litoral, muy por encima de lo que hasta entonces se había tratado con relación a posibles negocios de gas. En agosto del 2002, partió personalmente a La Paz a conversar con las nuevas autoridades alguna estrategia para aprobar las mismas bases confidenciales de acuerdo para el gasoducto (comodato incluido), que llevaba más de seis meses a la espera de la ratificación boliviana. Este viaje lo realizó exactamente cuando el Gobierno de Chile anuncia que "no intentará influir" en la decisión boliviana que se mantiene en espera (!).

  • El ex Ministro de Aylwin, Enrique Correa. En pocas palabras, se desempeñó en las gestiones de 1996 y 1997 que hemos descrito, como cuasi agente secreto de quienes preparaban ya entonces la vía del "comodato" (ver diario "La Tercera", Suplemento de Reportajes del domingo 18 de noviembre del 2001, pág. 6). Correa está profundamente comprometido en su vida personal con Bolivia y con el ex Canciller del Altiplano Gustavo Fernández. Por entonces, era considerado allá un gran amigo de La Paz.

  • El entonces Cónsul de Chile en La Paz, Edmundo Pérez Yoma. Sin ser diplomático de carrera fue colocado en la representación más complicada de todas las que tiene Chile en el mundo, únicamente por su gran amistad con el Canciller Fernández de Bolivia. Fue instalado en La Paz con el único objeto de ser el nexo entre el Gobierno y las autoridades altiplánicas para el proyecto de la YPFB. Según el diario "El Mercurio" del 23 de noviembre 2001, Pérez Yoma habría declarado su indiferencia a la entrega territorial acotando: "Total, cuando estos negocios se concreten, nosotros ya vamos a estar todos muertos". A pesar de esto, Pérez Yoma expuso un inusitado giro en su posición para con Bolivia después de los intentos del año 2004 y 2005 del Presidente Carlos Mesa, por llevar a los foros internacionales el reclamo marítimo de su país y la exigencia de una revisión del Tratado de 1904. Hoy en día es considerado casi un enemigo de Estado en La Paz.

  • La ex Canciller y frustrada precandidata presidencial Soldedad Alvear. Mientras el Presidente Ricardo Lagos, en sus constantes lapsos de contradictorias declaraciones, intentaba zafarse del asunto "comodato" ya filtrado en los medios de prensa, separándolo del tema del gasoducto propiamente tal, la señora Alvear volvió una y otra vez a arrastrar el asunto de las negociaciones al de la salida al mar para Bolivia, aunque siempre en forma tácita. Su forma particular de referirse a la entrega del "comodato" era llamándole "perfeccionamiento" de la relación del Altiplano con el mar. La Canciller había concedido facultades especiales a Pérez Yoma para negociar con poderes extraordinarios y por cuenta propia en La Paz. Este salto a los conductos regulares de la diplomacia está en el límite de lo constitucionalmente aceptable... y si no, más allá. Después de la salida de Pérez Yoma, la Canciller dejó la representación chilena en La Paz vacía por varios meses, irresponsabilidad equivalente a dejar una fogata abandonada en un bosque de otoño, con las consecuencias posteriores que significó la fuerte campaña de La Paz por provocar la revisión de los tratados limítrofes con Chile apelando a la simpatía internacional por su reclamo portuario.

  • El ex Senador y posterior Ministro de Educación, Sergio Bitar. No sólo fue el principal impulsor del "Plan Arica Tripartita", de soberanía compartida con Perú y Bolivia en Arica, sino que también promovió la idea de la entrega del puerto autónomo para Bolivia y la integración de los supuestos beneficios esperados del gasoducto con el plan portuario estratégico de alcance a los países asiáticos, que se habría iniciado con la construcción de un megapuerto en Mejillones. Si bien Bitar ha insistido en esto por lo menos desde 1994, su plan inicial cayó con el atraso del gasoducto que creía en funciones para 1996; por ello, ha sido sólo en el año 2000 que se presentó formalmente este proyecto con expectativas concretas de realización. La relación con el "comodato" es evidente, pues pretende establecer el gasoducto y las infraestructuras bajo un régimen de comunidad soberana, con un puerto y un territorio propio para Bolivia en las costas chilenas. Los nacionalistas bolivianos, sin embargo, desconfían enormemente de Bitar y lo han señalado textualmente como un agente del "expansionismo chileno".

  • El entonces alcalde de Iquique y posterior prófugo de la justicia, Jorge "Choro" Soria. En menor grado, tuvo gran participación en este asunto, especialmente en lo referido a su obsesión por llevar el gasoducto cerca de su ciudad. Soria ya ha declarado antes su simpatía por la idea de entregarle a Bolivia territorio costero (Patillos-Patache). En un artículo de "El Mercurio de Antofagasta" (13 de noviembre 2001), Soria admitió haber participado del proyecto: "la idea de ese puerto (Mejillones) fue mía y yo se la llevé hace cinco años al alcalde y le regalé planos y todo...". El día anterior a esta declaración, Soria se había presentado en Antofagasta en una reunión entre autoridades, representantes de la Dirección de Fronteras y Límites y directivos de la empresa encargada del gasoducto, irrumpiendo ruidosamente para exigir con un equipo de asesores que el gasoducto tenía que desembocar en Iquique, entrando a Chile por el Hito 60. Acompañado de un staff de empresarios bolivianos que le apoyaban y de los que siempre ha estado muy cerca, manifestó estar dispuesto a entregarle una parte de Iquique a La Paz a cambio del gasoducto. El alcalde desafiaba así abiertamente la Ley de Seguridad Interior del Estado, que prohíbe y castiga actos que propicien la entrega de territorio nacional a un país extranjero.

  • La ex Diputada socialista del Tercer Distrito, doña Fanny Pollarolo. Aunque en menor cuantía, ella presionó quizás con buenas intenciones para su región, con la intención de que el consorcio decidiera colocar las instalaciones en Tocopilla, por sobre las opciones de Perú o las demás de Chile. Estaba en plena conciencia, sin embargo, de que Bolivia buscaba no sólo un lugar para el gasoducto y la planta, sino que además una salida territorial al mar. El martes 13 de noviembre 2001 declaró al diario "La Prensa de Tocopilla": "Para el boliviano no sólo es importante salir al Pacífico, sino realizar el trazado por una tierra "amigable" que permita además un lugar de turismo". Se refería a uno de los tantos proyectos entreguistas, que incluyen la instalación de una zona franca turística boliviana ("Boliviamar") sobre territorio chileno, que aparentemente quedaría bajo soberanía altiplánica. Afortunadamente, su propuesta fue una de las primeras en ser descartada.

  • El ex Intendente de la II Región, Alfonso Dulanto, que actuaba a través del Secretario de Integración del Gobierno Regional, Gastón Viveros. La gestión de Dulanto había sido fundamental para colocar a Mejillones como principal candidato al comodato para Bolivia antes de la inclinación general por la opción de Patillos-Patache, al menos en la primera etapa de negociaciones, poniendo el acento en la unión del proyecto al del megapuerto para la ciudad. Tuvo una fuerte participación y dirigió todo un lobby en la III Reunión del Comité de Fronteras Chile-Bolivia (noviembre de 2001), donde Soria se presentó con la propuesta del Hito 60. Esto terminó distanciando a Dulanto y a Soria, como cabecillas de dos propuestas incompatibles.


Fracaso del proyectado "comodato". El "Rest in peace" de una idea peregrina
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A pesar de que la crisis chilena de energía ya comenzaba a dar señales de proximidad en aquellos días, la carnada del gas boliviano perdió completamente el interés público al conocerse los detalles del proyecto de comodato que tan poca simpatía popular despertaba, además del rechazo casi generalizado a la idea de ceder parte del territorio chileno bajo el concepto delirante de "gas por mar". En la apatía general hacia el mentado gas boliviano no influyó sólo la repulsa por los planes entreguistas de las autoridades chilenas, sino también la percepción de que la incipiente crisis energética no estaba relacionada tanto con la falta de fuentes generadoras propias, sino con políticas erradas que se habían llevado hasta ese momento confiando la matriz del abastecimiento a países vecinos en lugar de desarrollar las propias, principalmente a la Argentina.

Coincidentemente, hacia principios del 2003, fueron publicados los hallazgos realizados en las costas chilenas desde la quinta a la octava regiones, de gigantescas reservas de gas natural dentro del área económica del mar chileno, 12 millas mar adentro, a profundidades de entre 800 y 2.500 metros. Rápidamente, cundió la idea de que podrían ser explotadas, pues el depósito debe medir unos 7.500 metros cuadrados y contendría cerca de 10 elevado a 13 metros cúbicos de metano, equivalente a unas mil veces el consumo anual de gas en Chile. En la ocasión, el Comandante Fernando Mingram, Director del Servicio Hidrográfico y Oceánico de la Armada (Shoa), declaró a un medio:

"Son verdaderos depósitos de gas metano que se encuentran en el fondo marino, en estado semisólido, congelado o comprimido, y que transformados a gas, podría aumentar hasta en 164 veces su volumen. Es decir, la cantidad y la proporción de reservas energéticas que existiría para el país, sería de proporciones gigantescas".

Era casi una señal divina que la confirmación de la existencia de estas reservas chilenas y de sus primeros estudios científicos para dimensionarla, hayan empezado precisamente en ese período de artificial "espera" que se había permitido Bolivia para decidir sobre el asunto del gas, sin respetar la impaciencia que manifestaban a viva voz las empresas licitadoras. Actualmente, siguen realizándose varias investigaciones dirigidas por la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP) y la Oficina de Investigaciones Navales de Estados Unidos, algunas de ellas en Magallanes, con miras a iniciar una explotación del recurso dentro de los próximos años.

En tanto, el Gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada estaba a punto de reflotar ante Chile la oferta de "gas por mar", en febrero 2003, cuando malas decisiones (como subir los impuestos) precipitaron una nueva ola de descontento popular y otra postergación temporal del tema del gasoducto, lo que molestó profundamente a las empresas. La posición más probable, desde aquel momento, ya se vislumbraba en la vía del plebiscito para decidir la cuestión del gas, pues la opinión pública de Bolivia era mayoritariamente favorable a la opción de sacar el gas por Perú y no por el "enemigo" chileno.

Sin embargo, al comenzar la invasión de los Estados Unidos contra Irak, el 19 de marzo siguiente, las autoridades de Bolivia advirtieron el riesgo de perder a su principal comprador potencial de gas como es Estados Unidos, ahora distraído en el Golfo Pérsico. Por esta razón, el Ministro de Hidrocarburos Fernando Illanes, se apresuró a dar una aspirina al ambiente volcánico que se vivía entonces, confirmando públicamente que la consultora Global Energy, contratada por su gobierno para evaluar la viabilidad del proyecto gasífero, había determinado que la mejor opción para la venta de gas a Estados Unidos era el puerto chileno de Patillos y no el peruano de Ilo, como alegaban los nacionalistas altiplánicos. Esto coincidía con información presentada por el Comité Cívico de Tarija, a la que ya nos hemos referido.

Aunque Illanes pretendió restarle exactitud al informe, su estrategia acabó sólo caldeando más los ánimos y acrecentando más aún la impaciencia de la Pacific LNG, que amenazaba con retirarse del proyecto y llamar a nuevo concurso internacional. A partir de este instante, lo poco que quedaba del proyecto del "comodato" comenzaría a rodar por la pendiente directa hacia el fracaso, arrastrado por la crisis de los negocios del gas boliviano. Advirtiendo este estado ambiental, el vocero del Palacio Quemado Mauricio Antezana, declaró a la prensa local que no se iba a elegir un puerto hasta que el consocio Pacific LNG no firmara el contrato con el eventual comprador, es decir, con la norteamericana Sempra-Energy. El intento por pasar la pelota a la empresa molestó profundamente a los nacionalistas, para quienes se hacía evidente que el Gobierno de Sánchez de Lozada sólo trataba de ganar tiempo en su afán de esperar el momento apropiado de comunicar la decisión de sacar el gas por Chile. Así, a mediados de marzo, al iniciarse las celebraciones de la "Semana del Litoral" (o la "pérdida del mar"), vieron la luz las declaraciones de altos funcionarios las Fuerzas Armadas de Bolivia, anticipando su "malestar" por la inminente decisión boliviana de sacar su gas por Chile y no por Perú. En un país que registra más golpes militares que años de vida independiente, esto sonó como un auténtico ultimátum.

Acorralado, Sánchez de Lozada no tuvo más remedio que reconocer la conveniencia de sacar el gas por Chile a principios de abril 2003, pero agregando que "como boliviano, preferiría hacerlo por el Perú". La situación dio la oportunidad que esperaba el agitador y sedicioso presidente del Movimiento al Socialismo, el frustrado ex candidato presidencial de los cocaleros bolivianos y diputado de la República, el "aymará" Evo Morales, caracterizado en aquel entonces por un discurso rabiosamente antichileno y por su posición detractora hacia los negocios del gas, principalmente por ser partidario de la nacionalización de los hidrocarburos, idea que prendió rápidamente entre los movimientos indígenas, campesinos, mineros y los sectores sociales más postergados de Bolivia que lo llevarían a la presidencia un tiempo después. Sin perder tiempo, Morales comenzó a organizar una extraordinaria ola de protestas que comenzarían en los territorios de Altos de la Paz y se extenderían por todo el Altiplano. Se ha demostrado, además, que recibió colaboración de grupos indigenistas peruanos y del marxismo bolivariano de Hugo Chávez, en Venezuela, quien tampoco se ha medido en sus expresiones de apoyo al reclamo portuario boliviano.

Conciente de lo que se venía encima, a las pocas horas la prensa internacional informaba que Sánchez de Lozada había llamado a los bolivianos a "tomar las armas y combatir" en caso de que se le tratase de derrocar. Pocos después, se hacían públicas las negociaciones de un TLC con Bolivia, medida que en realidad buscaría crear un ambiente favorable a la comunicación del paso de gasoducto por Chile. Fue como tratar de apagar el fuego con gasolina (o mejor dicho, con gas), pues la conspiración contra el Gobierno ya estaba fraguando cuidadosamente por líderes cocaleros y agitadores como Morales y Felipe Quispe.

El 31 de julio, el Gobierno de Bolivia volvió a virar en seco en su desesperación por salvar el proyecto, y el Canciller Carlos Saavedra recalcó en el diario "La Razón" los mismos conceptos que los entreguistas habían negado nerviosamente en Chile al destaparse la noticia de las negociaciones secretas con La Paz. Saavedra reclamó nuevamente un "enclave" portuario, con régimen de "comodato" y cedido un siglo. Es decir, "gas por mar", exactamente el mismo proyecto original que se venía denunciando desde hacía dos años y que el Gobierno de Chile negó rotundamente. Pero todos los esfuerzos del Palacio Quemado fueron en vano. Coincidiendo con el período de Fiestas Patrias de septiembre de 2003 de Chile, una larga jornada de protestas y agitación social contra la exportación de gas a Estados Unidos dejaba a Bolivia un saldo final de unos setenta muertos y varios ataques a turistas y buses de viajeros chilenos. Sánchez de Lozada contaba entonces con sólo el 10% del apoyo popular. Las jornadas de disturbios y violencia durarían casi un mes, hasta el 17 de octubre.

Sin más que hacer, Sánchez de Lozada presentó su renuncia y escapó en avión hasta Estados Unidos. En su lugar, la Asamblea colocó al historiador y Senador Carlos Mesa. Desesperado por evitar correr la suerte de su predecesor, no pudo hacer más que echar mano a la cuestión marítima de Bolivia y así poder aunar a las fuerzas políticas, ya que no contaba con respaldo alguno de bancadas o partidos. La discusión sobre un "corredor al mar" por el Norte de Arica desplazó las ambiciones por un enclave territorial al estilo del "comodato".

Por instinto de autoconservación, Mesa declaró su decisión irrevocable de que el gas saliera por un puerto peruano y no uno chileno, en agosto de 2004, alterando notablemente el diseño del plan original ya que, hasta entonces, la opción peruana no había sido económicamente real: si el costo de un gasoducto de 24 pulgadas sacado por Chile era de US$ 807,8 millones, por Perú ascendía a US$ 1.240,2 millones. Y si el total la inversión del proyecto era de US$ 5.847,9 millones por Chile, por Perú subía a US$ 6.607,8 millones. Sin embargo, al capricho altiplánico poco le importaban ya las matemáticas. Así, se llegaba al final esperable de la ilusa idea de un "comodato" para Bolivia en el litoral chileno, apuñalado a muerte por los propios interesados.

Aunque Mesa guardó esperanzas de poder someter el proyecto a la nueva regulación nacional del gas, con tasas impositivas al 32% (Ley de Hidrocarburos, que desincentivó gravemente a la inversión extranjera), salvando también la oferta de "gas por mar" e incluso resucitando el concepto del "comodato", poco antes de su caída del Gobierno las empresas Sempra-Energy y Pacific LNG comunicaron su decisión de abandonar la opción de importar gas boliviano para buscar otros proveedores, por lo que la sociedad de Pacific LNG oficialmente se disolvía, y así lo comunicó desde Madrid su presidente, Antonio Brufau, al culminar la primera semana de junio de 2005. Pocos días después, el mandatario boliviano era obligado a dimitir en medio de otra oleada de protestas y huelgas que le abrirían a Morales las puertas para alcanzar la ansiada Presidencia de la República.

Terminaba así el largo circo de disparates y polémicas del proyectado "comodato" gasífero para Bolivia, enclavado en territorio chileno. Terminaba así también, despreciada en un acto casi suicida, otra de las desaprovechadas posibilidades históricas de Bolivia de poder tocar las puertas de la prosperidad y de la fortuna con la explotación moderna y racional de sus recursos.