TRATADO CHILENO-PERUANO DE 1929 Y SU PROTOCOLO COMPLEMENTARIO: ¿FUE UNA "DEVOLUCIÓN" O UNA ENTREGA TERRITORIAL?
-Ampliado y actualizado en julio de 2005-

LA HISTORIOGRAFÍA OFICIAL CHILENA Y PERUANA HABLA DE LA "DEVOLUCIÓN" DE TACNA POR EL TRATADO DE 1929. SIN EMBARGO, ACÁ EXPONEMOS RAZONES PARA CONSIDERAR QUE DICHO ACUERDO SÓLO FUE UNA MÁS DE LAS INNUMERABLES ENTREGAS DE TERRITORIO CHILENO. INCLUIMOS AQUÍ EL TEXTO DEL TRATADO FIRMADO ENTRE CHILE Y PERÚ EL 3 DE JUNIO DE 1929 Y DEL PROTOCOLO ADICIONAL DEL TRATADO DE 1929, QUE IMPIDE A CUALQUIERA DE LAS DOS PARTES FIRMANTES MODIFICAR LA FRONTERA EN LOS TERRITORIOS ADYACENTES AL LÍMITE SIN CONSULTARLO A LA OTRA. EN BASE A ESTA VIRTUD PERÚ LOGRÓ SABOTEAR EL INTENTO DE NEGOCIACIÓN DE 1975 DESTINADO A DARLE A BOLIVIA UNA "SALIDA AL MAR" POR UN CORREDOR AL NORTE DE ARICA

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Texto del Tratado Chile-Perú de 1929
Texto del Protocolo Complementario al Tratado de 1929
Chile y Perú, después del Tratado. ¿Se logró finalmente la paz duradera?
¿Por qué la entrega de Tacna constituye una pérdida territorial para Chile?



Texto del Tratado Chile-Perú de 1929
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Los gobiernos de las Repúblicas de Chile y del Perú, deseosos de remover toda dificultad entre ambos países y de asegurar así su amistad y buena inteligencia, han resuelto celebrar un Tratado conforme a las bases que el Presidente de los Estados Unidos de América, en ejercicio de buenos oficios, solicitados por las partes, y guiándose por los arreglos directos concertados entre ellas, ha propuesto como bases finales para resolver el problema de Tacna y Arica, y al efecto han nombrado sus plenipotenciarios, a saber Su Excelencia el Presidente de la República de Chile, el Excelentísimo señor don Emiliano Figueroa Larraín, su embajador extraordinario y plenipotenciario en el Perú, y Su Excelencia el Presidente del Perú al Excelentísimo señor doctor don Pedro José Rada y Gámio, su ministro de Relaciones Exteriores; quienes después de canjear sus plenos poderes y encontrándolos en debida forma, han convenido en los artículos siguientes:

Artículo 1°.- Queda definitivamente resuelta la controversia originada por el artículo 3° del Tratado de Paz y Amistad de veinte de octubre de mil ochocientos ochenta y tres, que era la única dificultad pendiente entre los gobiernos signatarios.

Artículo 2°.- El territorio de Tacna y Arica será dividido en dos partes Tacna para el Perú y Arica para Chile. La línea divisoria entre dichas dos partes y, en consecuencia, la frontera entre los territorios de Chile y el Perú, partirá de un punto de la costa que se denominará "Concordia", distante diez kilómetros al norte del puente del río Lluta, para seguir hacia el oriente paralela a la vía de la sección chilena del Ferrocarril de Arica a La Paz y distante diez kilómetros de ella, con las inflexiones necesarias para utilizar, en la demarcación, los accidentes geográficos cercanos que permitan dejar en territorio chileno las azufreras del Tacora y sus dependencias, pasando luego por el centro de la Laguna Blanca, en forma que una de sus partes quede en Chile y la otra en el Perú, Chile cede, a perpetuidad, a favor del Perú, todos sus derechos sobre los canales de Uchusuma y del Mauri, llamado también Azucarero, sin perjuicio de la soberanía que le corresponderá ejercer sobre la parte de dichos acueductos que queden en territorio chileno después de trazada la línea divisoria a que se refiere el presente artículo. Respecto de ambos canales, Chile constituye en la parte que atraviesan su territorio, el más amplio derecho de servidumbre a perpetuidad en favor del Perú. Tal servidumbre comprende el derecho de ampliar los canales actuales, modificar el curso de ellos y recoger todas las aguas aceptables en su trayecto por territorio chileno, salvo las aguas que actualmente caen al río Lluta y las que sirven a la azufrera del Tacora.

Artículo 3°.- La línea fronteriza a que se refiere el inciso primero del artículo 2º, será fijada y señalada en el territorio con hitos, por una comisión mixta compuesta de un miembro designado por cada uno de los gobiernos signatarios, los que costearán, por mitad, los gastos comunes que esta operación requiere. Si se produjera algún desacuerdo en la comisión, será resuelto con el voto dirimente de un tercer miembro designado por el Presidente de los Estados Unidos de América, cuyo fallo será inapelable.

Artículo 4°.- El gobierno de Chile entregará al gobierno del Perú, treinta días después del canje de las ratificaciones del presente Tratado, los territorios que, según él, deben quedar en poder del Perú. Se firmará por plenipotenciarios de las citadas partes contratantes, un acta de entrega que contendrá la relación detallada de la ubicación y características definitivas de los hitos fronterizos.

Artículo 5°.- Para el servicio del Perú, el gobierno de Chile construirá a su costo, dentro de los mil quinientos setenta y cinco metros de la bahía de Arica, un malecón de atraque para vapores de calado, un edificio, para la agencia aduanera peruana y una estación terminal para el ferrocarril a Tacna, establecimientos y zonas donde el comercio de tránsito del Perú gozará de la independencia propia del más amplio puerto libre.

Artículo 6°.- El gobierno de Chile entregará al del Perú, simultáneamente al canje de las ratificaciones, seis millones de dólares y, además, sin costo alguno para este último gobierno, todas las obras públicas ya ejecutadas o en construcción y bienes raíces de propiedad fiscal ubicados en los territorios que, conforme al presente Tratado, quedarán bajo la soberanía peruana.

Artículo 7°.- Los gobiernos de Chile y del Perú respetarán los derechos, legalmente adquiridos en los territorios que quedan bajo sus respectivas soberanías, entre los que figuran la concesión otorgada por el gobierno del Perú a la empresa del Ferrocarril de Arica a Tacna en mil ochocientos cincuenta y dos, conforme a la cual, dicho ferrocarril, al término del contrato, pasará a ser propiedad del Perú. Sin perjuicio de la soberanía que le corresponde ejercer, Chile constituye a perpetuidad en la parte que la línea atraviesa su territorio el derecho más amplio de servidumbre en favor del Perú.

Artículo 8°.- Los gobiernos de Chile y el Perú condonarán recíprocamente toda obligación pecuniaria pendiente entre ellos, ya sea que se derive o no del Tratado de Ancón.

Artículo 9° - Las altas partes contratantes celebrarán un convenio de policía fronteriza para la seguridad pública de los respectivos territorios adyacentes a la línea divisoria. Este convenio deberá entrar en vigencia tan pronto como la provincia de Tacna pase a la soberanía del Perú.

Artículo 10°.- Los hijos de los peruanos nacidos en Arica, se considerarán peruanos hasta los veintiún años, edad en que podrán optar por su nacionalidad definitiva, y los hijos de chilenos nacidos en Tacna tendrán el mismo derecho.

Artículo 11°.- Los gobiernos de Chile y el Perú, para conmemorar la consolidación de sus relaciones de amistad, resuelven erigir en el Morro de Arica, un monumento simbólico sobre cuyo proyecto se pondrán de acuerdo.

Artículo 12°.- Para el caso que los gobiernos de Chile y del Perú no estuvieran de acuerdo en la interpretación que den a cada una de las diferentes disposiciones de este Tratado y en que, a pesar de su buena voluntad, no pudieran ponerse de acuerdo, decidirá el presidente de Estados Unidos de América la controversia.

Artículo 13°.- El presente Tratado será ratificado y sus ratificaciones canjeadas en Santiago tan pronto como sea posible.

En fe de lo cual, los infrascritos plenipotenciarios firman y sellan al presente Tratado en doble ejemplar, en Lima, a los tres días del mes de junio de mil novecientos veintinueve.

(Firmado: L.S.) Emiliano Figueroa

(Firmado: L.S.) Pedro José Rada y Gamio


Texto del Protocolo Complementario al Tratado de 1929
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Los gobiernos de Chile y del Perú han acordado suscribir un Protocolo Complementario del Tratado que se firma con esta misma fecha, y sus respectivos plenipotenciarios, debidamente autorizados, han convenido al efecto en lo siguiente:

Artículo 1°.- Los gobiernos de Chile y del Perú no podrán, sin previo acuerdo entre ellos, ceder a una tercera potencia la totalidad o parte de los territorios que, en conformidad, al Tratado de esta misma fecha, quedan bajo sus respectivas soberanías, ni podrán, sin ese requisito, construir, al través de ellos nuevas líneas férreas internacionales.

Artículo 2°.- Las facilidades de puerto que el Tratado, en su artículo 5° acuerda al Perú, consistirán en el más absoluto libre tránsito de personas, mercaderías y armamentos al territorio peruano, y desde éste a través del territorio chileno. Las operaciones de embarque y desembarque se efectuarán mientras se construye y terminan las obras indicadas en el artículo 5° del Tratado, por el recinto del muelle del Ferrocarril de Arica a La Paz, reservado al servicio del Ferrocarril de Arica a Tacna.

Artículo 3°.- El Morro de Arica será desartillado; y el gobierno de Chile construirá, a su costo, el monumento convenido por el artículo 11° del Tratado.

El presente Protocolo forma parte integral del Tratado de esta misma fecha y, en consecuencia, será ratificado y sus ratificaciones se canjearán en Santiago de Chile tan pronto como sea posible.

En fe de lo cual, los infrascritos plenipotenciarios firman y sellan el presente Protocolo Complementario en doble ejemplar, en Lima, a los tres días del mes de junio de mil novecientos veintinueve.

(Firmado: L.S.) Emiliano Figueroa

(Firmado: L.S.) Pedro José Rada y Gamio


Chile y Perú, después del Tratado. ¿Se logró finalmente la paz duradera?
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Los autores chilenos y peruanos han intentado presentar casi invariablemente al Tratado de 1929 como la consolidación de un crisol de paz y amistad fraterna entre ambos países, cual testimonio histórico de eterna convivencia en complementación y hermandad. El autor peruano Raúl Porras Barrenechea llegaría a declarar en su "Historia de los Límites del Perú", de 1935, que gracias a la solución territorial las generaciones posteriores "desconocerán la política del odio y del ultraje a que había arrastrado a ambos países una discusión encarnizada". Veremos, sin embargo, que esta clase de afirmaciones ronda más bien en lo lírico que en lo histórico.

En octubre de 1948, la Junta dirigida por Manuel A. Odría derribó a José Luis Bustamante y tomó el poder del Perú. Teniendo la urgencia de acaparar la popularidad entre la opinión pública peruana, comenzó a desparramar interpretaciones hostiles de la historia del Perú con su vecino del Sur, y fomentando la idea de la "entrega de Arica" en 1929, y acusando a Leguía y otros sectores políticos del país como "proclives" al chilenismo. Es decir, grupos de políticos serviles y entregados a los intereses chilenos, leyenda negra que se mantiene aún hasta nuestros días entre los discursos de algunas corrientes del nacionalismo peruano.

Tras terminar el gobierno de Odría y asumir nuevamente Prado Ugarteche, éste ofreció a Chile, hacia 1956, un plan de limitación de gastos militares extensible a todo el continente. El Presidente Ibáñez del Campo aceptó y ofreció las primeras propuestas al respecto. Sin embargo, la noticia cayó como bomba entre los peruanos, especialmente entre los opositores, que acusaron a su mandatario de estar asumiendo actitudes derrotistas y de caer en los mismos sentimientos de "chilenismo" que se imputaban a Leguía. Las negociaciones al respecto no pudieron ser retomadas.

En medio de un fuerte fervor antichileno y revanchista, llegó al poder peruano, en 1963, Fernando Belaúnde Terry, quien inició de inmediato una campaña armamentística de proporciones, a pesar de que ya entonces el Perú era la principal potencia militar del Pacífico Sur de América, por sobre Chile, Bolivia, Ecuador y Colombia. Los analistas internacionales están de acuerdo en que, sino fue la razón única, fue al menos la principal aquella surgida de la idea de poder reincorporar por la fuerza la ciudad de Arica, idea que siempre ha permanecido latente en los cuarteles y las aulas geopolíticas del Perú.

Esta loca carrera armamentística se prolongó hasta los años setenta, cuando el General Juan Velasco Alvarado, apodado "Juan Sin Miedo", se convirtió en el principal cliente de las maestranzas y armerías de la Unión Soviética, planificando una invasión al territorio de Arica que le permitiera al Perú celebrar el centenario de la Guerra del Pacífico con la histórica ciudad del Morro de vuelta en sus dominios territoriales. El plan de agresión, que aprovechaba el desabastecimiento de armas que pesaba sobre Chile, estuvo al borde de cumplirse en varias ocasiones, pero increíbles percances procurados por la buena estrella chilena, lograron retrasar y postergar la decisión tantas veces, que acabó por quedar incumplida.

Más racional que Velasco Alvarado, el General Bealúnde Terry prefirió coordinar estratégicamente estos planes con la invasión que por entonces planificaba la Argentina sobre el Canal Beagle, en 1978, confirmando la tendencia aliancista de los países vecinos de Chile. Esta administración también fue capaz de hacer fracasar las negociaciones surgidas después de la reunión de Charaña entre Chile y Bolivia, amparándose en el protocolo adicional de 1929 para impedir que Chile le entregara una salida al mar al país altiplánico por el Norte de Arica y junto a la frontera con Perú, precisamente en los territorios que el reivindicacionismo limeño preparaba un golpe de gracia.

Hacia 1999, aproximándose el final de su mandato, Eduardo Frei Ruiz-Tagle estaba enredado en un notorio acercamiento con su homólogo peruano, el controvertido ex Presidente Alberto Fujimori. Con el fin de cumplir apresuradamente con los puntos pendientes del Tratado de 1929, se designaron comisiones de estudio y se realizaron varios actos de cosmética fraternidad, como visitas oficiales e intercambios y la colocación del "Cristo de la Paz" en la cima del Morro de Arica, inaugurado el 7 de marzo 2000, en acto dirigido por los cancilleres Gabriel Valdés y Fernando de Trazegnies, por Chile y Perú respectivamente, y en el que también se entregó el recinto portuario que el Perú dispone actualmente en Arica, en conformidad con el Tratado de 1929.

Poco tiempo después, Perú agradecería este gesto de Chile, sorprendiéndolo con su insólita e insolente reclamación contra el límite marítimo frente a la frontera de Tacna y Arica.

El monumento a una quimera sigue elevado alto en el Morro, y una gran cantidad de recursos de las arcas fiscales chilenas se gastó en estos actos meramente simbólicos, a pesar de que siempre han faltado para reparar la cara frontal del Morro y para evitar los peligrosos derrumbes que se produjeron, por ejemplo, con el terremoto de junio de 2005; o para implementar las necesidades ambientales que requiere el Museo Arqueológico de Arica para la correcta conservación de la muestra de momias chinchorro, para las que también se han negado permanentemente los recursos que eviten su progresivo e irreversible deterioro.

Los autores de Perú y Bolivia comparten juicios y discursos para culpar a Chile del fracaso de las negociaciones iniciadas en Charaña, en 1974, que pretendían darle una salida al mar soberana y definitiva al Altiplano por el norte de la ciudad de Arica. Sin embargo, este documento militar peruano desclasificado y perteneciente al Ministerio de Guerra del Perú, con fecha 14 de abril de 1976, firmado por el General de División Víctor López Mendoza, nos demuestra quién fue el verdadero responsable de sabotear y hacer fracasar las negociaciones chileno-bolivianas por entonces conducidas (clic encima de la imagen para ampliar).


¿Por qué la entrega de Tacna constituye una pérdida territorial para Chile?
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  • Porque se realizó sobre un territorio conquistado a sangre y a fuego, donde tuvieron batallas memorables de la Guerra del Pacífico y donde los derechos de guerra de ocupación e incorporación del territorio le asistían plenamente a Chile, sin existir ninguna razón técnica para que no quedase con la posesión definitiva de Tacna o para devolver al Perú dicho territorio, considerando que es el vencedor el que le impone su voluntad al vencido.

  • Porque se realizó en cumplimiento de un acuerdo que ya resultaba técnicamente inviable, como es en Tratado de Ancón, y a Chile no le asistía ninguna urgencia o necesidad real de cumplir con dicho acuerdo postergado tantas veces y, finalmente, sustituido por las disposiciones del Tratado de 1929.

  • Porque la misma posesión de Tacna y Arica para Chile se hacía como prenda de garantía de que Perú se sometería a lo establecido en el mismo Tratado de Ancón, cosa que, como hemos visto, no sucedió, ya que Lima no perdió tiempo en buscar la reivindicación no sólo de ambas ciudades, sino también la pretensión de recuperar algún día los territorios de Tarapacá.

  • Porque fue el resultado de un error de procedimientos y del alejamiento más evidente del camino jurídico establecido, problema con el que los patriotas chilenos debieron luchar gallardamente en el campo de la diplomacia, logrando conservar sólo el territorio de Arica, en circunstancias de que, en otro escenario, habrían logrado retener sin problemas también el territorio de Tarata y de Tacna, con la nada despreciable superficie territorial de 980 km2. y de 8.700 km2. respectivamente.

  • Porque el plebiscito estipulado en el Tratado de Ancón de 1883 y en el fallo arbitral norteamericano de 1925, de haber sido realizado en esta fecha o posterior, habría dado triunfo a Chile dada la cantidad de habitantes de esta nacionalidad residiendo en Arica, y por esta razón el Perú se empeñó en desconocer dicho compromiso dificultando con éxito las posibilidades de realización del referendum.

  • Porque en la práctica, Perú hubiese sido incapaz de contrarrestar militarmente una decisión chilena de retener el territorio ganado con justicia durante un conflicto que ese mismo país ayudó a provocar, situación en la que mantendría hasta nuestros días la ciudad de Tacna dentro de su soberanía.

  • Porque Chile había realizado una serie de obras de infraestructura, planes de desarrollo e inversiones fiscales sobre el territorio de Tacna durante todo el período entre 1883 y 1929, en que estuvo dentro de su administración, que fueron entregadas gratuitamente junto con el territorio al momento de realizarse el traspaso del mismo a la soberanía del Perú. Según una nota del 13 de noviembre de 1928 del Embajador Dávila dirigida al Secretario Kellogg, las inversiones chilenas en Tacna, desde enero de 1884 a la fecha, sumaban 351.172,834 dólares de la época, y las de Arica 379.660,644.

  • Porque dada la falta de integración que experimentaba por entonces la ciudad de Tacna y alrededores con el centralismo peruano, y dada también la natural relación económica, cultural, comercial e histórica de esta ciudad con la ya "chilenizada" Arica, habría sido cosa de tiempo y de un par de generaciones para que Tacna también se hubiese "chilenizado" de manera pacífica y voluntaria, haciendo impreciso el argumento de que era "más peruana que chilena" en todo orden de cosas, sin considerar que tal situación era reversible.

  • Porque el límite entre Chile y Perú se trazó en forma artificiosa, sin ajuste a la geografía, sin consideración de hitos naturales, haciendo que dicha frontera sea de extrema vulnerabilidad para ambos países y generando la histórica y permanente situación de tensión limítrofe que existe allí, pues al tratarse de una línea trazada caprichosamente en el territorio, carece de puntos defendibles y, por eso, Chile debió minar todo el territorio tratando de impedir eventuales invasiones, medida que hoy está siendo revertida por las labores de desminado de fronteras. Aun así, esta situación ha condenado a ambas naciones a tener convertidos por toda la eternidad sus respectivos lados de la frontera en verdaderos bastiones militares.

  • Porque al corresponder este límite a una traza ficticia e imaginaria, no se respetó la histórica relación comercial y estratégica que existe desde antaño entre Tacna y Arica, ciudades separadas por sólo 50 kilómetros de distancia. Es esta relación permanente entre ambas, además, la que ha alimentado y mantenido vivo el revanchismo y las aspiraciones peruanas por "recuperar" la ciudad del Morro, pues Tacna carece de puertos propios y su única relación comercial bien constituida con el Pacífico la representa Arica. Paradójicamente, es muy probable que las pretensiones peruanas en este territorio hubiesen sido menores si Chile se hubiese quedado con ambas comarcas en lugar de repartirlas en mitad y mitad.

  • Porque la entrega de la provincia de Tacna, en la práctica, no surtió ningún efecto definitivo para aliviar la tensión entre ambos países o la fricción de sus fronteras, ya que la calma peruana se mantuvo sólo hasta los años cuarenta, cuando la pretensión por "reivindicar" la ciudad de Arica y tomar revancha contra Chile comenzó a hacerse común en el lenguaje nacionalista del Perú, persistiendo hasta nuestros días como sombra presente detrás de todos los nuevos conflictos suscitados y de las permanentes manifestaciones de antichilenismo de ese país.

  • Porque al quedar separadas Tacna y Arica, Chile quedó con otro problema geopolítico tan incómodo como el que hubiese significado lidiar con las pretensiones permanentes del Perú sobre estos territorios de no ser devueltos, al tener que enfrentar ahora las presiones políticas de Lima buscando implementarle a Tacna accesos oceánicos propios a través de la mentada reclamación de nueva delimitación marítima para la zona, además de la permanente negativa peruana a aceptar que por este territorio pueda darse la famosa "salida al mar" reclamada por Bolivia.

  • Porque la persistencia de una relación íntima entre Tacna y Arica ha motivado intentos del Estado peruano por establecer una frontera económica ajustada a la frontera geográfica del territorio, pues existe allá en concepto de que el comercio tacneño en Arica beneficia a directamente a la economía chilena y a la defensa estratégica o desarrollo de la ciudad.

  • Porque a pesar de lo que esta devolución territorial significó para Chile, de todos modos el Perú ha registrado en la historia a su vecino como un invasor expansionista, cultivando metódicamente el mito del expansionismo compulsivo chileno e incorporando a su folclore histórico y urbano leyendas siniestras, según las cuales Chile tendría incontenibles ambiciones territoriales sobre este mismo territorio; es decir, sobre el mismo que ya entregó generosamente en 1929.

  • Porque el concepto de "desmilitarización" del Morro de Arica ha abierto entre los peruanos una serie de nuevas pretensiones absurdas y prepotentes, continuamente insistidas a las autoridades chilenas, que incluyen el retiro del Museo Militar del Morro, la declaración del lugar como sitio abierto y sin soberanía, y la cancelación de las ceremonias relativas a la Toma del Morro del 7 de junio de cada año, las que fueron cesadas hacia el 2002 y sustituidas por una ceremonia religiosa.

  • Porque en los hechos, mientras Chile cumplió todos y cada uno de los artículos del Tratado de 1929, el Perú se ha resistido a respetar el único gran compromiso que le imponía este instrumento jurídico: abandonar de una vez y para siempre cualquier pretensión sobre el territorio chileno de Arica.

¿Persisten las pretensiones peruanas sobre Arica? Nunca conviene juzgar un libro por la tapa, salvo en casos como estos... "Una Difícil Vecindad" (Lima, 1997), del peruano Alfonso Benavides Correa, quien desde la misma portada reconoce la existencia de esta "irrenunciable" pretensión reivindicacionista.